La
teoría de las inteligencias múltiples es un modelo propuesto en su libro de
1983 por Howard Gardner en el que la inteligencia no es vista como algo
unitario que agrupa diferentes capacidades específicas con distinto nivel de
generalidad, sino como un conjunto de inteligencias múltiples, distintas y
semi-independientes. Gardner define la inteligencia como la «capacidad de
resolver problemas y/o elaborar productos que sean valiosos en una o más
culturas».
Primero, amplía el campo de lo que es la inteligencia y reconoce lo que se sabía intuitivamente: que la brillantez académica no lo es todo. A la hora de desenvolverse en la vida no basta con tener un gran expediente académico. Hay gente de gran capacidad intelectual pero incapaz de, por ejemplo, elegir bien a sus amigos; por el contrario, hay gente menos brillante en el colegio que triunfa en el mundo de los negocios o en su vida privada. Triunfar en los negocios, o en los deportes, requiere ser inteligente, pero en cada campo se utiliza un tipo de inteligencia distinto. Ni mejor ni peor, pero sí distinto. Dicho de otro modo: Einstein no es más ni menos inteligente que Michael Jordan, simplemente sus inteligencias pertenecen a campos diferentes.
Segundo, y no menos importante, Gardner define la inteligencia como una habilidad. Hasta hace muy poco tiempo la inteligencia se consideraba algo solamente innato. Se nacía inteligente o no, y la educación no podía cambiar ese hecho (en el sentido de aprovechar más o menos la parte innata). Tanto es así, que, en épocas muy próximas, a los deficientes psíquicos no se les educaba, porque se consideraba que era un esfuerzo inútil, cuando en realidad existe tanto la parte innata (genética) como la parte adquirida (mayor o menor provecho de la parte innata a lo largo de la vida).
Todos los seres humanos son capaces de conocer el mundo de ocho modos diferentes. Según el análisis de las ocho inteligencias todos somos capaces de conocer el mundo a través del lenguaje, del análisis lógico-matemático, de la representación espacial, del pensamiento musical, del uso del cuerpo para resolver problemas o hacer cosas, de una comprensión de los demás individuos y de una comprensión de nosotros mismos. Donde los individuos se diferencian es en la intensidad de estas inteligencias y en las formas en que recurre a esas mismas y se les combina para llevar a cabo diferentes labores, para solucionar diversos problemas y progresar en distintos ámbitos.
Las personas aprenden, representan y utilizan el saber de muchos y diferentes modos. Estas diferencias desafían al sistema educativo que supone que todo el mundo puede aprender las mismas materias del mismo modo y que basta con una medida uniforme y universal para poner a prueba el aprendizaje de los alumnos.
Según
esta teoría, todos los seres humanos poseen las ocho inteligencias en mayor o
menor medida. Al igual que con los estilos de aprendizaje. No hay tipos puros,
y, si los hubiera, les resultaría imposible funcionar. Un ingeniero necesita
una inteligencia espacial bien desarrollada, pero también necesita de todas las
demás: de la inteligencia lógico matemática para poder realizar cálculos de
estructuras; de la inteligencia interpersonal para poder presentar sus
proyectos; de la inteligencia corporal - cinestésica para poder conducir su
coche hasta la obra, etc. Gardner enfatiza el hecho de que todas las inteligencias
son igualmente importantes y, según esto, el problema sería que el sistema
escolar vigente no las trata por igual, sino que prioriza las dos primeras de
la lista, (la inteligencia lógico -matemática y la inteligencia lingüística).
Sin embargo, en la mayoría de los sistemas escolares actuales se promueve que
los docentes realicen el proceso de enseñanza y aprendizaje a través de
actividades que promuevan una diversidad de inteligencias, asumiendo que los
alumnos poseen diferente nivel de desarrollo de ellas y, por lo tanto, es
necesario que todos las pongan en práctica.
Para Gardner es evidente que, sabiendo lo que se sabe sobre estilos de aprendizaje, tipos de inteligencia y estilos de enseñanza, es absurdo que se siga insistiendo en que todos los alumnos aprendan de la misma manera. La misma materia se podría presentar de formas muy diversas, permitiendo al alumno asimilarla partiendo de sus capacidades y aprovechando sus puntos fuertes. Además, tendría que plantearse si una educación centrada básicamente en ciertos subconjuntos de dos tipos de inteligencia es la más adecuada para preparar a los alumnos para vivir en un mundo cada vez más complejo.
Howard
Gardner añade que, así como hay muchos tipos de problemas que resolver, también
hay muchos tipos de inteligencia. Hasta la fecha Howard Gardner y su equipo de
la Universidad de Harvard han identificado ocho tipos distintos.
Serían la inteligencia lingüística o verbal, la lógica matemática, la espacial, la musical, la cinestésica corporal, la naturalista y las inteligencias personales, esto es, la intrapersonal y la interpersonal.
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