El
desarrollo de la inteligencia verbal o lingüística se inicia con el balbuceo de
los bebés, en los primeros meses de vida. Esta inteligencia es un instrumento
esencial para la supervivencia del ser humano moderno. Para trabajar,
desplazarse, divertirse o relacionarse con el prójimo, el lenguaje constituye
el elemento más importante y, algunas veces, el único de la comunicación.
Es
la capacidad involucrada en la lectura y escritura, así como en el escuchar y
hablar. Se refiere a la habilidad en el uso del lenguaje hablado y escrito.
Comprende la sensibilidad para los sonidos y las palabras con sus matices de
significado, su ritmo y sus pausas. Está relacionada con el potencial para
estimular y persuadir por medio de la palabra.
Capacidades
implicadas: Capacidad para comprender el orden y el significado de las
palabras en la lectura, la escritura y, también, al hablar y escuchar.
Habilidades
relacionadas: Hablar y escribir eficazmente.
Estímulos:
Un modo de estimular al niño consiste en hablar bastante con él como quien se
convierte en un interlocutor para recoger sus impresiones, estimulando con la
escucha atenta la expresión de sus opiniones. Igualmente importante es que el
niño escriba, habitúelo a la compañía de un diario en el que relate sus
observaciones, sus impresiones y sus puntos de vista.
Morada:
Puede percibirse aislado en una zona especifica del cerebro, conocido como
centro de Broca, en el hemisferio cerebral izquierdo. Cuando está dañado, la
persona puede comprender el sentido de las palabras, e incluso de frases, pero
tiene dificultades para crear imágenes más complejas juntando las palabras que
conoce.
Perfiles
profesionales: Líderes políticos o religiosos, oradores, poetas, escritores,
etc.
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